21 agosto 2014


LA QUEJA 

___________________________________



__________________________________  

               ¿Alguna vez te han tildado de quejoso? ¿Alguna vez (o más de una vez) te has sorprendido a ti mismo quejándote de ti, de tu vida, de otros o lamentándote por lo que no tienes? Creo que más de una vez nos ha pasado que viene a nosotros un incontrolable deseo de “quejarnos” de todo y de todos. 

             Es completamente humano sentirse triste, sentir angustia, sentir dolor, sentir pena, es decir “sentir” es completamente humano. Entonces, por qué no aprender a utilizar todas esas emociones que no nos gustan para mejorar. Pues para eso sí sirve la queja. Muchas veces no sabemos el por qué de nuestro comportamiento, no entendemos ese malhumor o sensación de tristeza (o todo junto) que nos invade. Puede que no nos hemos dado el tiempo de entendernos.

Qué hacer:

  • Date un tiempo para entenderte. Y así formular una lluvia de ideas. En este caso son las quejas. Tómate un tiempo para ti mismo, para quejarte de todo aquello que desees, de todo aquello que salga de ti, desde lo más profundo, eso que cuando sale (aún como queja) a veces duele un poco o se quiere quedar atascado al medio de la garganta.
  • Ten paciencia. Contigo y con los otros. Los cambios no son fáciles, reconocer tus emociones no significa que eso sea una fórmula mágica para cambiar o mejorar… Eso toma tiempo y sólo dependerá de ti. Así que no desesperes. Si te tomó más o menos 20 o años ser como eres no esperes cambiar lo que no te gusta en menos de un día.
  • Apunta. Toma nota de todas esas quejas. En ellas está la respuesta a tu emoción, al por qué de tu malhumor, al por qué de tu sensación de tristeza.
  • Reconoce. Aquella queja que más duele, suele ser la razón de nuestro sentir. Y como casi siempre viene disfrazada de queja, como que es culpa de otros… Pero, ¿será verdad? 
  • Responsabilízate. Los únicos responsables de nuestras vidas somos nosotros mismos. Aún cuando otros nos digan qué hacer, somos nosotros los que decidimos seguir o no esas indicaciones. No es bonito reconocer que nos equivocamos, pero al mismo tiempo si nos responsabilizamos por nuestras acciones y las hacemos nuestras entonces tendremos la capacidad para cambiar y mejorar. No se puede cambiar lo que no está bajo nuestro control.
  • Aprende. Si ya sabes qué es eso que tanto te molesta, no lo vuelvas a repetir. Intenta mejorar cada día.
                  En resumen, proponemos utilizar la queja como un medio para sacar todo aquello que te incomoda desde lo más profundo de tu ser, con la finalidad de “hacer espacio” para algo más positivo. Liberarnos de lo que nos incomoda, nos entristece, así como la frustración por no tener lo que deseamos o por no creernos capaces de alcanzar lo anhelado, nos ayuda a enfocarnos en lo que sí tenemos y/o en lo que sí somos capaces de tener.

                Es decir, el poder despojarnos de la búsqueda de una utopía nos ayuda a modificar lo existente y mejorar. Entonces ¿La queja nos puede ayudar?… ¡Si! Nos puede ayudar, si la utilizamos como una señal que nos da nuestras emociones de que hay algo que podemos mejorar o cambiar en nuestra vida. La diferencia si ayuda o nos limita la hacemos nosotros mismos. Si esperamos que todo se solucione de una forma “mágica” o que otros nos lo solucione, solo estamos limitando nuestro crecimiento y generando una actitud inconforme y negativa ante lo que nos toca vivir. 

                   Sin embargo si hacemos las paces con nuestras quejas, las identificamos y nos autoanalizamos, aseguramos nuestro crecimiento debido a que estamos tomando acción frente a los problemas y esto tendrá como resultado una actitud positiva y alerta a nuevas oportunidades.

" El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie;
 el realista ajusta las velas." 
 William George Ward